La vida es como un viaje que comienaza en el cero y termina en la nada. Durante ese trayecto, la felicidad no es una meta y menos un estado, sino una búsqueda, un proyecto. Yo, ya no le tengo miedo a quedarme ciego, con las inyecciones en la mácula, el proceso es lento y además tengo que rentabilizar la inversión en titanio con una dicción perfecta en posía y teatro. Como en el proceso bucal he perdido unos 12 kg que tenía demás, me he animado apuntándome a un gimnasio y así coger la forma de aguantar un monólogo tratando de imitar al Fernán Gomez, el Brujo o al Sacristán, divirtiendo al público y haciéndolo participar.
En este mundo tan absurdo y distópico
puedes ejercer de rebelde
si te conviertes en Optimista Patológico.
(A esos tertulianos pesebreros,
vendedores de miedos,
no hace falta mandarlos a la ...
pues la ... son ellos).
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