Perdido en el desierto, me asuté, cuando un extraño ser me ofreció un pacto de no sé qué. Lo que yo creí un desierto, era un inmenso pantano, lleno de fantasmagóricos nenúfares y enmedio una gran roca grisacea, con una inscripción y en lo alto de ella, un hombre, que por su vestimenta parecía ¡El Papa! ( no podría ser, hace unos días que se había muerto y todavía no se había celebrado el cónclave). Para observar al observador sin ser visto por él, me escondí entre los nenúfares y al momento supe quien era: su cara entre vengativa y burlona y su melena color calabaza lo delató.
De golpe, la Luna, que parecía un foco infernal, desapareció y en la oscuridad total se formó una tormenta descomunal, relámpagos y truenos como si fuese una batalla nuclear y vi la inscripción :
DESOLACIÓN
Y comenzó a jarrear con gran intensidad; la lluvia era agua pero al tocar tierra se convertía en sangre. Entonces lo compredí todo, el pantano no era pantano sino los escombros de un país desvastado, los nenúfares no eran nenúfares sino niños mutilados y asesinados (su sangre helada se derritió al contacto con el agua).
Con la cobarde complicidad la inscripción pasó de
DESOLACIÓN a ¡SILENCIO!
Al comprobar que el ser extraño ya no permanecía a mi lado
pensé: ¿Será TRUMP el DIABLO?
¡QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS!
1 comentario:
Se podría añadir, donde yo veía sangre, él, hoteles de lujo.
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